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El email marketing no está muerto lo estás haciendo mal (y aquí va la cura)

Asuntos que abren buzones: fórmulas rápidas para disparar aperturas

Tu asunto es la primera promesa que le haces al lector: si suena aburrida, el mensaje muere antes de nacer. Olvida los títulos genéricos y piensa en micro-historias: una pizca de curiosidad, una ventaja clara y una urgencia contenida. Prueba asuntos cortos (30–50 caracteres), con verbo activo y, cuando tenga sentido, un número concreto. Ejemplo práctico: Nuevo informe: 3 tácticas que duplican aperturas.

Si necesitas fórmulas rápidas para copiar y adaptar, aquí van cinco plantillas que funcionan en cualquier nicho: Curiosidad¿Por qué todos en {tu sector} hablan de X?; Beneficio directoGana 2h/semana con este hábito; UrgenciaÚltimas 24h para acceder a X; Social proof3.000 profesionales ya usan esto; Pregunta personalizada{Nombre}, listo para mejorar tu tasa?. Si quieres impulsar presencia en redes también, mira opciones para crecer en Instagram con pedir Instagram impulso.

No te olvides del texto de previsualización: es la extensión lógica del asunto y debe completar la promesa en 40–80 caracteres. Testea variantes A/B, alterna emoji cuando encaje (no más de uno), evita palabras marcadas como spam y segmenta por interés en lugar de enviar a toda la lista. Un buen asunto + previsualización coordinados pueden elevar aperturas un 20–40% sin tocar el contenido del correo.

Cierra con una mini-lista mental antes de enviar: ¿promesa clara? ¿beneficio explícito? ¿longitud óptima? ¿preview alineado? ¿segmento correcto? Si fallas en una de estas, reinventa el asunto. Empieza hoy con dos pruebas: conserva la versión ganadora y escala lo que funcione. Tu bandeja de entrada agradecerá el cambio (y tus métricas también).

Segmenta como un pro: microaudiencias que convierten

Si crees que enviar a toda la lista es eficiencia, bienvenido al club de los correos ignorados. La magia ocurre cuando divides, no cuando multiplicas: crea microaudiencias basadas en acciones reales, no en suposiciones. Piensa en grupos de 200 a 2.000 suscriptores que comparten un comportamiento claro y dale a cada grupo un mensaje con propósito.

Empieza por datos que ya tienes: apertura y clics en las ultimas 30 dias, compras en 90 dias, items vistos pero no comprados, y respuestas a encuestas. Combina dos dimensiones para obtener segmentos accionables: recencia + frecuencia, interés + valor de pedido. Ejemplo concreto: usuarios que abrieron 3 veces en 30 dias y clicaron en la categoria X = lista prioritaria para oferta limitada.

Implementa microsegmentos sencillos y medibles:

  • 🚀 Interés: Personas que clicaron en una categoria especifica en 30 dias, recibe contenido profundo sobre ese tema.
  • 🔥 Carrito: Abandonos con valor alto en 7 dias, envía recordatorio con incentivo progresivo.
  • 👥 Reengage: Inactivos 60 dias, prueba con asunto personalizado y oferta de valor bajo riesgo.

No olvides la personalizacion en asunto y preheader, usar bloques dinamicos en el cuerpo y ajustar frecuencia para no quemar microaudiencias. Haz tests A/B de asunto y oferta en cada microaudiencia, pero limita variables a una por prueba para aprender rapido.

Mide conversión por segmento, coste por conversión y tasa de desuscripcion separada por microaudiencia. Si un segmento no convierte, divide o fusiona hasta encontrar el punto optimo. Segmentar bien convierte más que una campaña perfecta enviada a todos.

Contenido con hambre de clic: menos paja, más utilidad

Tu audiencia llega al correo con hambre de soluciones, no de monólogos promocionales. Si abres con algo vago, lo entierran con un swipe. Empieza con una promesa concreta: qué van a aprender o qué problema se va a resolver en los próximos 30 segundos. Trabaja el asunto como el tráiler, y el preheader como la segunda frase: ambos deben funcionar como un micro-gancho para que el clic sea la consecuencia lógica.

Estructura cada envío como una pequeña experiencia útil: un titular claro, una frase que demuestra valor inmediato y una acción sencilla. Evita la tentación del «todo» y elige un solo objetivo por correo: educar, vender un producto, o reactivar a alguien. Incluye siempre un ejemplo práctico —una mini-plantilla, un copy para copiar/pegar o un paso accionable— para que el lector salga con algo que pueda aplicar al instante.

La personalización no es solo poner el nombre; segmenta por comportamiento y adapta la utilidad. A quien abrió 3 correos sobre SEO, dale un consejo avanzado; al que nunca abrió, envía una solución rápida que requiera poco esfuerzo. Usa fragmentos visibles arriba del fold con la acción principal y refuerza con prueba social o datos concretos: cifras, resultados reales, testimonios cortos. La credibilidad acelera el clic.

Finalmente, mide y elimina ruido. Controla CTR, tiempo en página y conversiones reales: si algo no impulsa un resultado, cámbialo o bórralo. Prueba asuntos, posiciones del CTA y ofertas en experimentos cortos de 2 semanas. Reengaña o depura suscriptores inactivos en vez de seguir llenando bandejas con paja. Si haces esto con disciplina, tus correos dejarán de pedir la atención y empezarán a merecerla.

Automatizaciones con alma: secuencias que venden sin sonar a spam

La automatización ideal suena menos a robot y más a colega que recuerda tu nombre. En vez de lanzar una cadena de mensajes estructurados como metralla, diseña secuencias que respondan a una acción concreta: descarga, visita a una página clave o abandono del carrito. Cada correo debe tener un objetivo claro y una voz humana —no una fachada de vendedor omnipresente.

Segmenta por comportamiento, no por suposiciones: alguien que abrió tres emails en una semana merece un enfoque distinto a quien solo clickea enlaces de descuentos. Activa microsecuencias de 2 a 4 mensajes tras el trigger y deja pausas reales entre envíos; el tiempo importa tanto como el copy. Menos frecuencia bien pensada vende más que ruido constante.

El copy es tu alma en 120 caracteres: asunto que despierta curiosidad, primera frase que suena conversación real y CTA sencillo. Introduce micro‑compromisos —preguntas, elegir una opción— antes de pedir la compra. Y si necesitas explorar estrategias de tracción fuera del inbox, echa un ojo al Twitter panel de promoción para complementar tus secuencias.

Mide cada paso: tasas de apertura, clics por enlace y conversiones por secuencia. Testea una variable a la vez —asunto, remitente, horario— y automatiza solo lo que mejora con datos. Si algo no funciona, desmonta la secuencia y vuelve a pensar el tono, el timing y el valor real que entregas.

Termina con empatía: agradece, ofrece opciones y facilita salirse de la lista. La mejor automatizacion no empuja, acompaña. Crea flujos que parezcan personales, y veras como el email deja de parecer cadaver y vuelve a ser la herramienta potente que siempre fue.

Métricas que sí mueven la aguja: del open rate al ingreso por suscriptor

Olvida la adoración al open rate. Sí, importa saber si tus emails llegan y llaman la atención, pero lo que realmente paga las facturas es lo que ocurre después del clic. Prioriza métricas que midan valor: entregabilidad (tasa de entrega), CTR (clics dentro del correo), tasa de conversión y, sobre todo, ingreso por suscriptor. Estas te dicen cuánto genera tu lista, no cuánto se entretiene.

Para convertir opens en ingresos haz dos cosas a la vez: segmenta y atribuye. Segmenta por comportamiento reciente y compra; un mensaje a quienes abrieron y nunca compraron suele convertir mejor. Atribuye bien tus ventas con UTMs, reglas de atribución y pruebas A/B que midan impacto económico. Calcula el ingreso por suscriptor dividiendo ingresos atribuibles al canal entre el tamaño de la lista útil. Mide lift en euros, no en clicks.

No ignores la salud de la lista: calidad gana tamaño. Mide la proporción de suscriptores activos (ej: abrieron o hicieron clic en 90 días) y trabaja reenganches y supresiones. Menos suscriptores pero más activos mejora entregabilidad y CPR. Implementa flujos de reactivación, elimina quemados con criterios claros y regula frecuencia con tests para evitar pérdidas por saturación.

Checklist rápido: define objetivos monetarios, instrumenta UTMs y atribución, prioriza ingreso por suscriptor y conversion rate, segmenta comportamiento, limpia la lista y experimenta cada dos semanas. Si cada experimento tiene una hipótesis de dinero, dejarás de medir vanidad y empezarás a mover la aguja de verdad. Pista final: optimizar para dinero tampoco es aburrido, es rentable y bastante divertido.

30 October 2025